cuentos de cuarentena 10

Caracas, julio 08/07/2020 Cuentos de Cuarentena en 110mts.2 Autora: María Isabel Valero Espinal (10 entrega)( Desde Venezuela) LORO EN ESTACA Desde Pueblo fantasma, de izquierda a derecha como loro en estaca, con enorme interrogante por sombrero.. Inmersa en la actual penumbra, donde ni una luciérnaga con su bombillito alumbra. Me pregunto, cuando el bullicio retorne a las calles cómo será seguir en nuestro globo luego de días de encierro.? Seguirán las colas para el pan y en los mercados? Quizá un fiscal apurara la cola del tránsito? O los escolares repasarán a Colón con un refresco de cola? Cola a la entrada del cine o en la estación de gasolina? O un vivaracho que nunca falta saltándose la cola? Por ello de tanto pensarlo, reflexiono. No estoy para colas. Mejor sigo fuera de circulación, no es tiempo de alas. Respiro hondo. En la pensadera como el de Rodin,recuerdo la maxima aspiracion en primaria de ser monja. Hoy experimento en este improvisado convento de 110mts2 lo que se siente vivir en claustro..Para mi buena suerte la inocente aspiración no cuajó. Mejor sigo pensando..y ocupándome. De un lado para otro, no logró entender la rutina del loro. Sin embargo se me ocurre un encuentro cercano con los acaros, monstruos de fealdad, invisibles a simple vista, que seguramente como habitantes ilegales habrán colonizado el closet, sin poder esconder su presencia delatada por poliestornudos. Una vez más el vaporub, y un pañuelo protagonizan, aunque con esto del implacable virus se ha implementado la odiosa mascarilla. Iré por por una fortificante bebida achocolatada con hielo granizado.. Así pues con todas las de la ley, envuelta como un tequeño, trapo al hombro y el clásico matamoscas, decidida abro las puertas del closet.. Tan oscuro interior semeja las fauces de ballena donde Jonas fue tragado. Cierto o no lo dejo a los estudiosos. Mis ojos como peloticas de pin pon saltan de un objeto a otro. Detallo en los zapatos de alto tacón. Cuantos set de grabación y bailes..Billo's, Los Melódicos .. En tantos meses de pantuflas no me imagino volverlos a calzar. Evoco los primeros de señorita, indescriptible la Ilusión de quinceañera en recorrido por la calle Real de Sabana Grande rumbo a La Condesa, la más chic zapatería. Y ahí esperándome estaban, azul cielo, nacarados, y tacón de cubo de 3ctms. Nada que envidiar a las zapatillas de cristal de Cenicienta. La sensación de rascacielos fue inmediata. Apenas despegaba del piso. El estreno apoteosico en un fieston navideño familiar. De la colección de zapatos,conserve hasta amarillarse, los puntiagudos en raso blanco que años a/c caminaron con majestuoso andar al altar. Veo los deportivos que jamás corrieron 1km. Eso sí, mención honorífica en trajines. Que decir de las comodas sandalias playeras. Tanto colorido tropical. El inventario sigue. Un repaso a los vestidos. Sencillos unos, más no menos importantes que los de gala haute couture con sus brillos. La memoria desbocada, trae a colación tantos guardarropas. En especial un enorme escaparate de caoba y recargadas tallas. Un mueble que presumo, de la época de Bolivar niño, y propiedad de una tía aficionada a las bolas de naftalina como desinfectante para todo mobiliario. Un olor tan penetrante que bien valía confesarse antes de osar hurgar algo de su interior. Ahora entiendo la nube de polillas y demás originarios de insectolandia que salían en enjambre desesperadas al abrir las pesadas puertas. El carraspeo era a dúo con la bonachona pariente, quien de inmediato me ofrecía las famosas pastillas mentoladas Valda, y de ñapa obsequiaba para llevar. Podría asegurar que tan aparatoso mamotreto, jamás fuerza humana logró mover de su lugar. Tan descomunales espacios, bien hubieran servido de camarote si la necesidad de algún conocido venido a menos lo hubiese requerido. Dirijo la mirada hacia arriba. El compartimiento maletero. Busco la escalera. Quién sabe que encontraré en el olvidado espacio. Un concierto de grillos pone la nota en el crucial momento. En temerario acto circence, a pesar de la temblequeadera, subo cada peldaño. A primera vista observo el viejo maleton sin rueditas aliviadoras. Cuantos viajes dentro del pájaro de cola naranja. Nuestra línea aérea Viasa. La maleta guarda el neceser, que hace juego. Muchos los cosméticos y coquetearías transportados en ese cofre de mano, con espejo. La perfumería francesa aún impregnada en su interior. pone un toque agradable a la labor. De refilón varios maletines ajados,como bocas sin dentadura esperan ser llenados. La bandera de Venezuela, enrollada. Perfectamente conservada lista para celebración Patria. Sorpresivamente una araña me hace tambalear. Envidio su tongoneo y agilidad para subir paredes tan ajena a este encierro. . De un trapazo la echo a un lado, sin darle matarile por su aporte en cacería de zancudos. Casi es medianoche. Pronto como alpinista del Everest temiendo un alud, comienzo torpemente el descenso. Supongo los intrusos del closet con baño de cloro empacaran por un rato. Ya en tierra firme, con mi interrogante por sombrero, verifico en el noticiero si la polvareda del desierto se habrá disipado, y las langostas en el sur desaparecido.. Recreándome en la obra del día, empuño el bolígrafo para contarle a mis papeles de las horas transcurridas, mientras espero el lucerito del Alba y luz verde para el escape....

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