cuentos de cuarentena 8
Caracas, Junio 07/2020
Cuentos de Cuarentena en 110mts2
Autora: María Isabel Valero Espinal
(8va.entrega) (Desde Venezuela)
TÍTULO: EN CORAZON DE ÁRBOL
..De paseo por el pulido granito de mis 110mts2, ejercitando las bisagras de extremidades, hago un repaso visual.
Los muebles de la sala sencillos y confortables. El juego de comedor en espera de la familia. Y el fiestero equipo de sonido con su cantante agujita. Tantas figuras decorativas. Objetos de vieja data.
En sitial de honor, el teléfono negro, de baquelita y disco. La máquina de coser singer de pedal. Taller de costura de mamá, El traje de la comunión, el disfraz de Caperucita. Los vestidos de las piñatas..
Presencia viva de antepasados
!Si hablaran mis conservados antañones! Cuanta historia contarían.
En el recorrido, hago un alto frente al secreter. Regalo de Natura.
Como atraída por un iman, no resisto las ganas de curiosear los tesoros en mis gavetas.
Sin pensarlo dos veces, me zambullo como Rico Mac Pato en la bóveda de su fortuna. Esta vez entre mis preciados papeles.
Lupa en mano y un toque de vaporub en la punta de la nariz, empequeñecida como La Pulgarcita de Hans Christian Andersen ante la abrumadora papelería, busco acomodo.
Indiscretos estornudos escapan.
Al azar tomo una carta.
La primera misiva del amor inocente, en hoja de cuaderno escolar y letras aún infantiles del pichón de Romeo y Bergerac.
Un príncipe scout, de doce años sin cabalgadura, y por cetro un bordón.
De Majestuoso uniforme y pañuelo al cuello sujeto a pulido hueso de osobuco como prendedor.
Inolvidable legionario de Badem Powell.
La lectura a la distancia de siete décadas logra emocionarme.
Fotografio a la chiquilla en el banco del jardín, con ojos de corazón, y sonrojadas mejillas tratando de ocultar lo rosa dentro del libro abierto, en fallido intento por aprender las preposiciones... a, ante, bajo, cabe, con....a la par del sobresalto.
Es justo reconocer que he sido como la ardilla guardando en el agujero para el invierno.
Ciertamente en este obligado hibernar, cuanto grafito y tinta en mis gavetas, esperan por repaso.
Sin parar de rebuscar, asoma algo gastado el libro de infancia. !Tio Tigre y Tío Conejo!! Aventuras y desventuras de los protagónicos animales de la Selva. Como olvidar a la noble Nana, madre de la vida, de básica instrucción.Meritoria y consecuente cuentacuentos a la hora de la sopa para la inapetente niña. Dulce mujer campesina con la paciencia de Job.
Hojeo el preciado libro. Suspiro.
El chico del piso uno, aprendiz de Chopin, ameniza el atardecer.
Abstraída dentro del corazón de árbol, los ojos bailan recorriendo líneas.
Páginas de intensa vida. Diarios de años transcurridos. Amarillentos recortes de prensa, sobres aún con estampillas.
Llama el celular, asarozamente busco en el revoltijo.
Una vecina avisa que vaya a la ventana. A usanza de otras culturas he ideado un bolso con largo mecate. Un útil y rudimentario ascensor propicio para la cuarentena.
El transportador de alegría, trae a mis manos la elaboración casera de buena amistad. Cuanto afecto.
En reciprocidad, de bajada hago llegar dulces.
Estos gestos en medio de la atípica situación, fortalece y acompaña.
Mis gavetas merecidamente han ganado una caricia de pulitura.
Por hoy tanto leer ha sido renovador y suficiente.
En el silencio,un tamborileo desconocido distrae mi atención. Agudizo el oído.
Curiosamente busco la procedencia y observo por una rendija.
De pajarolandia,ha llegado un Carpintero en incesante picotear.
Quiero interpretar que en clave Morse trae un mensaje a.-n-.i..m--o---
Los estragos del aislamiento son visibles.
En puntillas me alejo.
Se acerca una tormenta, relámpagos y truenos avisan.
Coletazos de Cristóbal y sus vientos huracanados del Norte se dejan sentir.
El Carpintero, sacudiendo el colorido plumaje, busca guarecerse y emprende la huida.
En un pestañear el ventanal es ocupado por copiosa cortina de lluvia.
Embelesada en tan cristalino espectáculo, se cuela en el tintinar los acordes de Manzanero, de aquella tarde cuando melódicamente también vio llover.
Seguramente un cielo limpio y paleta de colores nos regalara el amanecer.
Inesperadamente, en intercambio de besos entre la luna y el sol, he sido mecida como un columpio. La tierra tembló.
Sería ese el vaticinio que no tuvo tiempo de transmitir el plumífero mensajero??
Elevo una oración.
Doy vuelta a la almohada y por unas horas dejo en pausa la máquina de pensar.
Seguramente el Carpintero en nueva misión volverá....
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