Cuentos de cuarentena 1
Caracas, Venezuela
Cuentos de cuarentena en 110mtrs2
Autora: María Isabel Valero Espinal
Cincuenta días en cuarentena!
Quizá más o alguno menos. La verdad no llevo la cuenta.
Qué más da.
Un pajarito que ha escapado del árbol de mango, trina en mi ventana anunciando un nuevo amanecer. El tibio sol tímidamente asoma.
Es hora de levantarse!!
Me desperezo con esos crujidos de mis huesos añejos. Me santiguo frente al cuadro de La Virgen que por tiempo inmemorial cuelga en la pared.
Me acicalo sin olvidar un toque de coquetería. Con labial rosa pinto mis labios.
Mientras cuelo café, mentalmente voy escribiendo la agenda del nuevo día en los 110mts2 de mi palacio.
Soy caraqueña de pura sepa, como tantas, la fascinación por nuestra Montaña El Ávila y la visión de su majestuosidad me subyuga. Extasiada, recreo la vista desde la ventana de mi cocina.
El coronavirus ha silenciado motores y apuros.
De prisa voy al balcón. Mis plantas esperan por riego.
Cuánta alegría! Hoy me han regalado un pimentón y sonrío al cilantro.
Si me vieran mis nietos. La abuela o Ma como ellos me dicen, creo oírles murmurar dulcemente "Ella le habla a las plantas y con el viejo radio baila mientras lava los platos."
Debo darle fruta al pequeño Morrocoy y poner en orden el closet.
Esto de internet me parece un avance insospechado, vengo de la época del telegrama y las llamadas telefónicas por operadora.
Mis hijos me acompañan a través de la pantalla. Se conectan (es la expresión que usan) a diario, y los Bendigo porque podemos vernos cuando hay señal o no sé va la luz. Por supuesto no falta la recomendación que me mantenga en casa. Orden que acato sin chistar. He oído del coronavirus, muy peligroso para los más avanzados en edad.
El 27 de Abril estuve de cumpleaños, 72 para ser exacta, y con la implementación de los llamados delivery's o entrega a domicilio llego a mis manos una marquesa de chocolate de parte de los míos.
Parecia una niña!! Mi fiesta en solitario pero feliz!!
Siempre ocupándome, los recuerdos por momentos me invaden. Y los suspiros brotan en el ordenamiento del cofre de fotografías, algunas amarillentas, pero transportadoras. Atesorados en imágenes, días de colegio, dichosas fotos de maternidad, mis padres. Los amigos, muchos ya no están.
Van pasando las horas y la agenda propuesta va dando cumplimiento.
Cuanta actividad !!
A las 17 hrs. me alisto en mi sillón. Es hora de "Mujercitas" de Louisa May Alcot, la novela vespertina en la tv.
Ha venido mi hija con tapaboca, y me acompaña al cine hogareño. Ambas comentamos y entre risas nos enemistamos contra el personaje malo de la trama.
En el transcurrir de horas, fluyo y "navego"en este mar de incertidumbre, pero también de aprendizaje. Me hago columna ante los avatares.
Cae la noche. Es propicia una ducha tibia y una taza de tilo como bálsamo para un reparador sueño. Mañana será otro día. Me toca arreglar la biblioteca y la chochoteca con mis discos Long play. Tengo muchos quehaceres pendientes. No hay tiempo para el aburrimiento o pesimismo.
Seguramente otra avecilla volverá a mi ventana y su trinar será un canto a la vida a pesar de la cuarentena y las circunstancias.
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ResponderEliminar¡Hala! Muy bonito; admito que soy muy fácil de emocionar y este escrito lo ha hecho. He viajado por todos los rincones mencionados y me ha saltado una lágrima imaginando tus recuerdos.
ResponderEliminarLinda crónica del día, cargada de emotividad. Tengo un comentario adicional, no deseo hacerlo por acá, pero tampoco sé cómo ponerme en contacto contigo.
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